“Tres de cada diez argentinos morirán de enfermedad cardiovascular”. Esa frase que suena tan potente y que puede causar un impacto en las personas que la lean o la escuchen, fue pronunciada por el doctor Pablo Corral, presidente de la Sociedad Argentina de Lípidos. Con esa sentencia, cargada de realismo y basada en estadísticas y evidencia científica, el médico internista, lipidólogo y profesor en Farmacología pretende alertar a la población nacional sobre los riesgos de la enfermedad cardiovascular, primera causa de muerte de seres humanos a nivel global.

“La cantidad de muertes por enfermedad cardiovascular en el mundo supera al cáncer, a las infecciones y hasta incluso a los accidentes de tránsito”, dijo en diálogo con Punto Medio, programa de Radio 2. Los números son contundentes: unos 18 millones de personas fallecen anualmente y se cree que ese guarismo trepará a 24 millones en 2030. En Argentina causa aproximadamente 100 mil decesos anuales.

Y a la hora de hablar de las razones de semejante incidencia de los problemas coronarios en la cantidad de decesos, Corral fue claro: “Cuando uno analiza cuáles son las causas de la enfermedad cardiovascular, por fuera de las predisposiciones genéticas, encuentra que uno de sus factores principales es la presencia de altas cantidades de colesterol en el organismo”, informó Corral.

El colesterol es una sustancia cerosa, parecida a la grasa, que elabora el hígado y se encuentra en la sangre y en todas las células del cuerpo, según la definició. del Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos. Es importante para la buena salud y se necesita para fabricar las paredes de las células, los tejidos, las hormonas, la vitamina D y el ácido de la bilis. El colesterol también proviene del consumo de alimentos de origen animal, como las yemas de huevo, la carne y los productos lácteos elaborados con leche entera”. Pero… “cuando hay demasiado colesterol en la sangre, éste se puede acumular en las paredes de los vasos sanguíneos, bloquear el flujo de sangre a los tejidos y los órganos, y aumentar el riesgo de contraer enfermedades del corazón y sufrir accidentes cerebrovasculares”.

El mayor de los peligros de esta alta concentración de colesterol en el organismo radica en su ausencia total de síntomas: se trata efectivamente de una enfermedad silenciosa. “El colesterol no tiene sintomatología: probablemente el primer síntoma del colesterol alto sea la muerte súbita o el infarto. Y lamentablemente ahí llegamos tarde, no nos da ningún aviso. Por eso el cuidado y el análisis médico son las únicas formas que tenemos de prevenirlo”.

“No se infarta quien puede, se infarta quien quiere”

Según el presidente de la Sociedad Argentina de Lípidos, está claro que “hay algunos casos de enfermedad cardiovascular en los cuales la genética es más fuerte. Es como el color de los ojos: algunas personas nacen con la mala suerte de heredar genes que aumenten los niveles de colesterol. En esos casos, lamentablemente los buenos hábitos no alcanzarán y será necesario tomar una medicación. Pero hay otros casos en los cuales el aumento de colesterol en el organismo lo provocan los malos hábitos en alimentación, tabaquismo, falta de ejercicio o estrés”.

Por fuera de las personas con propensión genética, “yo siempre digo lo mismo: se infarta quien quiere, no quien puede. Pensemos esto: no sufre un infarto cualquier persona de 40 años. Por eso, lo que uno debe siempre pregonar y estimular son los hábitos de vida saludables: que no fume, que haga ejercicio, que no tenga sobrepeso y que tenga una dieta de alto consumo de verduras, frutas y eliminar en lo posible los ultra procesados. Eso es lo que depende de uno para poder evitar un episodio cardiovascular”.

“Si uno va a desarrollar a lo largo de su vida un cáncer cerebral, no habrá manera de prevenirlo: uno no puede hacer nada para evitarlo. Pero el infarto sí: controlándose, yendo al médico, comiendo sano, haciendo ejercicio, no fumando, manteniendo un peso adecuado, descansando bien de noche y teniendo una vida ordenada”, sentenció.

Según el médico Pablo Corral, es inexacto decir que hay colesterol bueno y malo.

Desterrando el mito de la división del colesterol

¿Quién no ha escuchado que hay un colesterol “bueno”, cuya alta presencia en el organismo sería un factor de protección para no desembocar en un episodio cardíaco, y otro que es “malo” y que sí podría provocar un infarto o un ACV? Pablo Corral echó por tierra ese mito: “La realidad es que no hay un colesterol bueno y uno malo: hay un colesterol único. El colesterol, que es una grasa, es transportada por la sangre dentro de unas proteínas llamadas lipoproteínas. ¿De dónde surgen y a dónde van? Hay algunas que son malas y otras que son buenas, pero el colesterol no es ni bueno ni malo. Eso hay que aclararlo porque es un error de concepto erróneo”.

Entre esas lipoproteínas que transportan el colesterol, están las HDL (que significa lipoproteínas de alta densidad en inglés) y las LDL (lipoproteínas de baja densidad). A veces se le llama colesterol "bueno" a las HDL porque transportan el colesterol de otras partes del cuerpo hacia el hígado, que lo elimina, pero el doctor Corral explicó por qué no es correcto decirle así: “Se pensaba en una época que tener HDL alto ayudaba a prevenir que el colesterol se depositara dentro de las arterias. Pero después de muchos estudios se ha demostrado que pacientes con HDL alto tienen riesgo cardíaco similar o superior a los que tienen HDL bajo. Porque lo que hay que medir del HDL es cómo funciona y no la cantidad. Y nosotros hoy no podemos medir su funcionalidad, sólo podemos medir cuánto colesterol tiene el HDL. Y eso no tiene relación con que sea protector o no”.

Acerca de la cantidad de colesterol que necesitamos para vivir, el médico expresó: “Tenerlo en el organismo es clave: sirve para la vitamina D, para las hormonas; cada una de las células del organismo necesita colesterol para subsistir. Pero es mínima la cantidad. Y muchas veces vemos pacientes con el doble, el triple o el cuádruple de lo que deberían tener. Lo que sí se sabe que quien tiene valores muy bajos, no desarrollará enfermedades cardíacas”.

Prevención y medicamentos

Los médicos ponen especial énfasis en dos instancias clave para evitar las muertes por enfermedad cardiovascular: prevención y/o tratamiento. "Lo primero que debo recomendarle a la gente es que hable con su médico, que charle y que entienda que si uno de cada tres argentinos va a morir de un infarto, o va a tener un ACV, a cualquiera le puede tocar, por lo que hay que abocarse a los cuidados para prevenir todo lo que no esté relacionado a la cuestión genética".

"El estrés es un factor de riesgo cardiovascular al igual que la falta de sueño, el tabaquismo, la ausencia de actividad deportiva, una mala alimentación, la incapacidad de estar descansado: todo eso contribuye a un riesgo cardiovascular. Ese riesgo debe estar evaluado en forma general, global, pero si alguien no tiene presión alta, no tiene colesterol, no tiene diabetes, no tiene sobrepeso, no es sedentario, quizás pueda tener una úlcera de estómago o algún otro evento, pero es difícil que vaya a tener un infarto”.

Una vez detectad alguna deficiencia, el doctor Corral pone el foco en la medicación que sirve para disminuir los riesgos: "La realidad es que los medicamentos son eficaces. Probablemente sean las estatinas los fármacos que más vidas han salvado en la historia moderna de la medicina. Luego de los antibióticos y de las vacunas, aparecen las estatinas, que ayudan a bajar el colesterol. A pesar de que tienen mala fama porque algunos pacientes dicen que les hace mal o que les duelen los músculos, eso es más mito que realidad. Existe la intolerancia, pero son escasos los pacientes que no las toleran".

Finalmente, sugirió evitar las denominadas 'soluciones mágicas' de la medicina alternativa: "Ese es un gran problema que tenemos: muchas veces viene al consultorio un paciente que está tomando algún tipo de ácido graso omega 3 de origen vegetal, como el derivado de la chía, u otro tipo de productos naturales, promocionados por influencers en redes sociales, que dificultan nuestro trabajo de convencer al paciente de tomar medicamentos y debemos decirles que esos aceites no tienen evidencia científica que los avalen".

"Cuando los médicos indicamos un medicamento, desde un antibiótico a una estatina para bajar el colesterol o un fármaco para bajar la presión, es porque esos medicamentos fueron probados durante años en miles de estudios y tienen evidencia científica por demás, y han pasado por entes reguladores de aprobación. Uno transmite evidencia científica. Todo lo demás no sirve para nada", concluyó.