Parafraseando a Andrés Calamaro, es inútil negar que el clásico rosarino nos está atrapando otra vez. Pasaron 199 días de aquel 23 de octubre en el Gigante de Arroyito, donde Newell's se quedó con el último enfrentamiento de la ciudad con ese gol agónico de Maxi Rodríguez, que cortó una racha histórica favorable a Central. Este duelo, como todos los anteriores, tiene condimentos particulares. Y aprovechando que la AFA es el reino del caos, por el bien del partido que se viene el domingo a las 3 de la tarde en el Parque Independencia se podría elevar un pedido especial: que se borre la fecha que pasó.

Es que Newell's y Central venían volando alto hasta esta fecha 23 en la que Independiente y San Lorenzo les cortaron las alas. Y si bien es fácil firmar al pie de esa frase hecha que dice “el clásico es un partido aparte”, si los dos hubieran prolongado el camino victorioso, habría más argumentos para pensar en un trámite abierto y atractivo el domingo que viene.

Encima, los dos perdieron jugadores importantes en defensa y el obligado movimiento de piezas que tendrán que hacer los técnicos invita a pensar que, al menos en la pizarra previa, las posturas pueden ser conservadoras, mezquinas, sigilosas.

Puede ser que este escenario precedente le siente mejor a Diego Osella que a Paolo Montero. El técnico leproso se espanta ante rendimientos como el que tuvo su equipo frente al Rojo, con descompensaciones en todas las líneas, y en esta semana tendrá como meta principal reordenar su sistema defensivo, que venía rocoso y este domingo fue un colador.

El entrenador canalla dice cada vez que puede que la única forma que concibe el planteo de un partido es en función ofensiva. Es muy probable que lleve ese pensamiento al Coloso porque tiene jugadores para hacerlo, pero la lesión de Salazar y las 5 amarillas de Villagra ponen a Montero ante la necesidad de poner el ojo en su última línea.

A propósito de las ausencias, a simple vista Central parece más complicado que Newell's porque a Montero le faltarán dos alternativas en defensa (Salazar y Villagra) contra una para Osella (San Román). Pero el uruguayo tiene algunas variantes más pensando en los reemplazos. De hecho, el DT rojinegro debió apelar a Sills en el lateral derecho ante Independiente y Barco lo sacó a pasear toda la noche.

Seis párrafos después del inicio de esta nota, el clásico definitivamente nos atrapó otra vez. Ojalá que los dos protagonistas de esta historia puedan borrar del disco rígido los descalabros del fin de semana que pasó. Y sobre todo que las inseguridades no se traduzcan en temores extremos.