Sacó una carpeta. Un dossier con información sobre la contratación de personal que había pasado a la planta permanente. Totalizaban, según el informe, 12 mil empleados municipales sobre los que el Ministro del Interior, Rogelio Frigerio, quiso saber más. Fue el gesto que inició una andanada de cruces con la Intendenta Mónica Fein y su equipo de colaboradores. Este cronista reconstruyó parte del encuentro que mantuvieron el jueves por la tarde la intendenta rosarina y el ministro del Interior. Y pudo saber, tras consultar a diversas fuentes, que hasta allí la reunión era cordial, pero que inmediatamente y aunque con respeto, se desmadró de su objetivo primario: acordar obra pública con dinero nacional para la ciudad de Rosario.

Que la ciudad tiene aristas criticables de gestión es un hecho. Sucede con todas las gestiones. Que la contratación de personal es un hecho opinable, también. Pero que se traduzca en una carpeta con datos para contraponer a la realización de obra pública, algo bastante insólito. El encuentro venía desarrollándose bien hasta que esa carpeta apareció sobre la mesa y comenzaron las preguntas, ante el asombro de la intendenta y su equipo de colaboradores. “Me dicen que hay 12 mil empleados municipales. Córdoba tiene 7 mil”, habría dicho el ministro al indagar sobre el tema. La respuesta de los locales fue que esa ciudad no tiene personal dedicado a la salud pública, mientras que Rosario consagra más de 5 mil a los efectores municipales.

De allí en adelante, fue una por otra. Con cordialidad, pero apuntando donde duele. Al ministro le llamó la atención que ante el incremento de recursos del gobierno nacional al municipio, tengan tantos problemas en las cuentas. La ciudad retrucó sobre la deuda histórica por la detracción de 15% de recursos que iban a Ansés, que por un fallo de la Corte Suprema dejó de hacerse y que garantizó la llegada de más de 2 mil millones de pesos al año a la provincia. Por eso el retroactivo retenido durante los años de kirchnerismo no se cumplió, pero el dinero que dejó de detraerse sí llega. Por la deuda histórica, por unos 50 mil millones de pesos, el gobernador ya anunció que intimará a la Nación a que proponga plazos y formas de pago vía el máximo tribunal.

Tras esa intervenciones llegó la comparación con Santa Cruz, que el ministro ratificó en diálogo con Radiio 2, el día después. En contacto con el programa A Diario, desmintió lo que había contado la intendenta al decir que el gobierno no puede "decir las acciones que debe tomar un municipio para equilibrar sus cuentas".

"Rosario lleva años con déficit en sus cuentas y es difícil lograr un equilibrio rápido. Pretendemos que fijen un plan de acción para que al finalizar nuestro mandato estén ordenados los números. Hablamos de una ciudad que junto a la provincia se beneficiaron con la gestión de Mauricio Macri a partir de la devolución del 15 por ciento en concepto de coparticipación", explicó.

A su vez, Frigerio remarcó que le "llama la atención que ante el incremento de recursos del gobierno nacional al municipio, tengan tantos problemas en las cuentas". ¿Qué sucedió entonces? Esto viene de bastante lejos en el tiempo. La ciudad no logró que el bloque del PRO aprobara el endeudamiento rosarino para obra pública. Se acordó que las obras se harían en la medida en que Nación propusiera. Cuando llegó ese momento, apareció la carpeta que sacó de eje a la intendenta y al propio Frigerio minutos después.

La discusión bjó de tono y las segundas líneas tomaron la posta. El diputado provincial del PRO, Federico Angelini, acordó que en el encuentro entre el ministro y la intendenta Fein "se habló específicamente de los números de la Municipalidad, de una preocupante situación de la economía y las finanzas del municipio, en donde tenemos más del 93 por ciento de gastos corrientes, donde hay una deuda flotante muy alta, en donde se plantea el endeudamiento para obra pública pero en realidad todo el mundo sabe que ese endeudamiento está escondiendo más de 800 millones de pesos para solucionar el déficit de la Municipalidad y la deuda de corto plazo. Pero bajo ningún punto de vista se habló de empleados del área Salud".

No obstante no hubo desmentida sobre la existencia de la carpeta con esos datos. Por otro lado el secretario General del municipio, Pablo Javkin, escribió un tuit tremendo: “Pensamos que iban a cambiar, para discriminar a Rosario son iguales a Aníbal Fernández, al kirchnerismo. Hay que defender la ciudad”. El propio Fernández, como anécdota, le respondió “cerrá el pico, salame”, en una inconducente reacción tuitera. Cosas de gente que no se está viendo a la cara cuando lo dice.

Consultado por ese particular, Frigerio aseguró en la misma nota radial que “tienen que sacarse el chip de enfrentamiento con el kirchnerismo, ya que esa comparación no guarda relación con la realidad". Sucede que este año hay campaña electoral y se juega fuerte la definición para el 2019: el gobierno nacional renovar y en territorio santafesino alcanzar gobernación y municipio, que alcanzó a arañar en 2015. Y lo que todos coinciden en señalar es que será reñida. El voto de los trabajadores municipales no fue menor en ese año que definió la intendencia. No tendría por qué serlo ahora. Por eso se pudo ver cómo el líder de Festram en Rosario, Antonio Ratner, tantas veces enfrentado al municipio, salió a defenderlo.

"Quedamos con Fein que va a enviar al secretario de Hacienda (Santiago Asegurado) para discutir estos temas el próximo lunes", manifestó Frigerio. El contexto, aunque técnico y más concreto que el encuentro político del jueves, será duro teniendo en cuenta que Fein al irse declaró en varios medios que si el presidente tiene tiempo de recibir “periodistas del espectáculo” y “personalidades” (lo visitó Jorge Sampaoli, entre otros), "debería tenerlo para reunirse con una ciudad como Rosario".

Un día. Un momento. Una carpeta, un tono de más. A los gobiernos les duele mostrar retrocesos. Admitir “errores” forma parte de la lógica discursiva de estos días. También repeler la “vuelta del neoliberalismo de los 90”. En ese juego entra también el kirchnerismo, que evalúa todo este episodio como si el socialismo los hubiera corrido del escenario de pelea contra el macrismo.

A los que miramos desde afuera, hay cosas que no nos cierran. Es evidente, nos falta parte de la información para procesar debidamente. El famoso “chip” del que habla Frigerio es más común de lo que se cree. Es nuestra manera de filtrar criterios. Sin admitir, claro está, las miradas ajenas a la nuestra. Es una forma de victimizarse. Un recurso de libro para no admitir nuestros errores.