Hoy, en el segundo día del XIV Congreso Internacional de Ciudades Educadoras, Pablo Vommaro, profesor de Historia, investigador del CONICET y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, participará como ponente en la mesa “Juventudes interpeladas. De los problemas de las juventudes a la ampliación de derechos”, junto a Ernesto Rodríguez y Carles Feixa Pampols.

“El concepto de ´juventudes interpeladas” tiene que ver con pensar disparadores que nos ayuden a pensar reflexionar sobre los jóvenes. Hay un doble juego: las juventudes nos interpelan y a la vez los investigadores interpelamos a las juventudes. Las juventudes están todo el tiempo invitándonos a realizar reflexiones innovadoras, a actualizar los pensamientos y formas de abordaje”, explica Vommaro, quien además posee un Posdoctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud avalado por CLACSO.

Los temas que se abordarán en la mesa de diálogo tienen que ver con rasgos característicos de las juventudes actuales. Como detalla el investigador: “Por un lado, la diversidad, que no debe ser vistao como una falencia o un elemento de vulnerabilidad o de dificultad para poder trabajar con los jóvenes, sino más bien como una característica propia de los mundos juveniles hoy: vivir en la diferencia, poder buscar lo común en la diferencia. Y una segunda característica tiene que ver con las desigualdades que atraviesan las sociedades latinoamericanas pero que se agudizan o profundizan si se las cruza con la dimensión generacional, es decir, la desigualdad en términos de generaciones. Estas diversidades y desigualdades de las juventudes van a ser abordadas a partir de dinámicas urbanas de procesos de disputa por lo público, de uso, producción y apropiación del espacio, entendido como territorio, como un lugar social y políticamente producido”.

Considerando los cambios producidos por la sociedad tecnologizada, en aspectos relativos a la educación, el trabajo, la familia, ¿Cómo es el joven hoy? ¿Qué se le exige desde la sociedad, qué problemáticas enfrenta y cuál es el rol que ocupa?

No sé si hay una definición unívoca de lo que es el joven hoy, sino que más bien hay que hablar de las pluralidades, diversidades, multiplicidades que caracterizan a las juventudes actualmente. Partiendo del análisis de las juventudes en plural considero que hoy en día los conceptos de educación, trabajo y familia están fuertemente transformados, así como las otras instituciones modernas, el Estado y las formas de relacionamiento entre las juventudes y las políticas públicas. Pero también cambiaron los sentidos que las juventudes producen y otorgan a estas instituciones. Por ejemplo, hoy en día, el lugar y el significado que tiene la educación en los jóvenes es muy distinto al que tenía hace 40 años. La educación hoy con las nuevas tecnologías tiene otro sentido, ya no podemos pensar solamente en los espacios de educación formal sino que es necesario pensar en otros ámbitos educativos, no formales, de formación continua y más cotidiana.

Actualmente, la mayoría de los conocimientos que los jóvenes incorporan se adquieren fuera del ámbito escolar, en la relación directa que tienen con los dispositivos tecnológicos y con sus pares. Es por eso que hay que descentrar la educación puramente del espacio escolar y hay que pensar en políticas públicas que propongan otras modalidades de aprendizaje que las juventudes necesitan hoy para poder incorporar y producir el conocimiento, incorporando otras formas de relacionarse, otros lenguajes que desbordan lo que se produce exclusivamente en el aula.

Similares reformulaciones se dan en el ámbito del trabajo. Hoy en día los sentidos del trabajo para las juventudes son muy diversos, no solo porque no se piensa en un trabajo permanente, donde uno vaya progresando y ascendiendo, sino que son más bien trabajos intermitentes, esporádicos, discontinuos, en especial en jóvenes de sectores populares en los que hay mucha informalidad. No hay trabajos como horizontes o como metas, hay salidas y entradas. En un mercado laboral precarizado globalmente son las juventudes las que más están sufriendo.

Como contracara, uno puede pensar que la mano de obra está juvenilizada y que muchas habilidades, como el manejo de las nuevas tecnologías que hoy en día son requeridas como fundamentales para un empleo, son patrimonio de las juventudes. Entonces, es posible decir que los jóvenes están más preparados para la empleabilidad presente por usar las nuevas tecnologías, por ser nativos digitales, pero simultáneamente están más precarizados y flexibilizados. Uno de los indicadores que nos muestra esto es que el desempleo juvenil en la mayoría de los países es dos a tres veces más que el desempleo adulto. Creo que es otro de los elementos a tener en cuenta para analizar la relación entre juventudes y empleo.

Se habla constantemente de las generaciones Y, Z, milllennials. Esta rotulación permanente, ¿es una simplificación o reducción del concepto de joven?

Sin dudas eso es una reducción, pero es interesante pensar características que puedan ayudar a comprender a algunas generaciones que tienen que ver con rasgos epocales. Hablar de generaciones para concebir a los jóvenes nos ayuda a pensar las juventudes como producciones situadas, temporo-espaciales, sociohistóricas, culturales, relacionales y contribuye a su interpretación. Obviamente uno no podría pensar a las generaciones como algo homogéneo, unívoco. Estas tienen que ver también con los lugares donde se gestan; territorios y generaciones son dos nociones muy emparentadas.

¿Pensás que en esta revalorización de lo juvenil hay una sobreestimación de lo joven como atributo en detrimento de todo lo que no es innovador, emprendedor o atractivo?

Creo que hay una sobreestimación de lo juvenil en cuanto a “lo nuevo”. Creo que asistimos en los últimos años a un proceso de “juvenilización” de la vida, del trabajo, de las pautas sociales, de consumo, etc. Pero creo que ese fenómeno muchas veces se sobreestima y se hace una asociación lineal entre juventud y novedad, juventud e innovación. La característica generacional de las juventudes es que necesitan abrirse paso en un mundo ya dado, que ya les preexiste, con relaciones sociales y de fuerza ya previstas, pautas de comportamiento y estructuras establecidas. Ellos tienen que hacerse su lugar en un status quo ya consolidado y ese irrumpir en un mundo producido por otros crea conflictos, disrupciones, y lleva a buscar posibilidades de innovación. Hay jóvenes que siguen reproduciendo, copiando esa sociedad dada, con sus propias formas de participación, que no son nuevas pero son juveniles. No hay que asociar solo lo juvenil con lo diferente, sino con formas de relacionarse, de ser, estar y aparecer en el mundo.

Se habla de que en los últimos diez años el joven volvió a ocupar un rol protagónico y participativo en el escenario político que en los 90 se había perdido. ¿Considerás que esto sucedió así y por qué?

En estos últimos años, no solo en Argentina sino a nivel mundial, en muchos países como Chile, Colombia, México, Brasil, Uruguay, Guatemala, Honduras, las juventudes aumentaron su protagonismo político, su visibilidad. Ahora, eso no creo que eso sea una emergencia de juventudes dormidas que se politizan repentinamente o que regresó la política luego de años de aridez o de inactividad. Creo que las formas de politización de los 90 fueron muy distintas a las de los 80 y a las de post 2001, pero son las que permiten la politización de los últimos diez años. Entonces, no creo que pueda entenderse la politización de la última década sin advertir que los años anteriores también tuvieron espacios de participación, quizás no referenciados en el Estado o los partidos políticos sino más volcados a movimientos territoriales, barriales, rurales, que buscaban autonomía.

Creo que es comprobable que en los últimos años aumentó la participación política juvenil en forma visible, más efectiva, más pública, pero no diría que fue un retorno de la política tras años de sequía. Una de las innovaciones o fenómenos de la politización de esta última década es que el Estado regresó como espacio interesante de producción política, como arena de disputas, y como posible escenario para elaborar el cambio social. Las políticas públicas volvieron a interpelar a las juventudes. Eso sí es un cambio fuerte respecto a otras épocas. Antes del 2001 las juventudes militaban contra el Estado, teniéndolo como adversario o paralelizándolo, buscando espacios alternativos, luego del 2003 los jóvenes regresaron su mirada hacia el Estado, volvieron a ver la política pública como un espacio posible de participación. Ya no se milita contra lo estatal si no que se milita por, desde o para el Estado, hay un acercamiento hacia las instituciones públicas. Eso es un signo distintivo de la politización en Argentina esta última década.

¿Qué es para vos una ´ciudad educadora´? ¿Qué debe hacer una ciudad, desde sus diferentes sectores, para ser una ciudad educadora?

Es una ciudad que promueve los espacios para encontrarse, que preserva y busca ampliar los espacios públicos, que brinda oportunidades y busca fortalecer los colectivos juveniles con capacidades ya producidas y no siempre estar creando programas públicos que se superpongan con lo que ya existe. Es una ciudad que preserva las formas de estar juntos, que busca espacios de despliegue de las potencialidades y que reconoce la capacidad social de los jóvenes para buscar formas de educación, de empleo, de relacionamiento, de producción cultural que son alternativas y potentes.