Una de cada tres personas no han escrito a mano en los últimos seis meses. En Finlandia ya no enseñan escritura en la escuela. La caligrafía está siendo eclipsada totalmente por la tecnología moderna. Esto a pesar de que la investigación en neurociencia indica que escribir utilizando sólo una pantalla táctil o el teclado puede afectar el desarrollo del cerebro, sobre todo el de los niños que están aprendiendo a leer.
Los estudiantes deben dominar las herramientas tecnológicas que el entorno actual les exige sin tener que sacrificar los beneficios de desarrollar la habilidad de escribir a mano. ¿Cuáles son estos beneficios?
El primero de ellos, es la autonomía, pues tomar apuntes requiere la escucha atenta de las instrucciones dadas por el profesor. Asimismo, fomenta la capacidad de síntesis y el parafraseo. De este modo. Los niños seleccionan la información de manera más independiente y de acuerdo con sus propios vacíos de información.
Por otra parte, como actividad motora, la escritura a mano está relacionada con diversas zonas del cerebro, entre ellas el centro del habla, lo que hace que estas dos funciones se conecten y se presente un incremento significativo en la adquisición y retención de palabras nuevas y estructuras gramaticales complejas. Adicionalmente, la relación que establece entre el movimiento de la mano al realizar el trazo y la representación simbólica de los conceptos por medio de las letras, deja una huella motora en el cerebro que permite un reconocimiento posterior de las palabras y el afianzamiento de las relaciones lógicas entre las mismas.
En la última década, la investigación con imágenes cerebrales le ha ayudado a los neurocientíficos a entender que aprender habilidades tales como la escritura a mano y tocar un instrumento musical puede cambiar realmente la estructura del cerebro. Lo que es más, que el aprendizaje de escribir con una pluma es más beneficioso para los niños que las habilidades de teclado.
El profesor Stanislas Dehaene, director de la Unidad de Neuroimagen Cognitiva de la organización francesa INSERM-CEA, dice: "Es un hecho bien conocido ahora que aprender a escribir con la mano, al mismo tiempo que aprender a leer facilita la lectura mediante el desarrollo de la motricidad fina".
- Lóbulos frontales: Situados detrás de la frente, participan en funciones mentales superiores, como el reconocimiento de las consecuencias de las acciones y la memoria. Están vinculados a la escritura, el habla, movimiento, razonamiento, juicio, planeación y resolución de problemas.
- Lóbulos parietales: Son importantes para escribir y leer, pues interpretan las palabras y el lenguaje. Combinan además información sensorial como orientación espacial y navegación, y son el área principal de recepción sensorial para el sentido del tacto.
- Lóbulos temporales: Situados a los lados del cerebro, detrás de la sien, ayudan a procesar la información auditiva de los oídos. El proceso de escribir algo con lápiz y papel ayuda a activar una colección de células en estos lóbulos conocidas como sistema de activación reticular. Las estructuras de estos lóbulos son vitales en la consolidación de información de corto plazo a largo plazo.
- Lóbulos occipitales: Ubicados en la parte baja del cerebro, reciben y procesan la información visual de los ojos, que luego es enviada a otras partes del cerebro. Eso nos ayuda a leer y escribir al reconocer palabras, formas y colores.