Desarrollar un ámbito de convivencia en la búsqueda del respeto y el valor de las capacidades creativas de cada niño, es el objetivo del proyecto de extensión que la Universidad Nacional de Rosario lleva adelante en los barrios de la ciudad de Rosario.
Se trata de talleres de arte para niños y niñas cuya meta es desarrollar una propuesta educativa y cultural no formal que favorezca el vínculo entre la Universidad y la comunidad. “El Programa se encuentra en curso desde 2001 y es su propósito contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad. Surge como iniciativa de la UNR pero también atendiendo a una demanda explícita de grupos sociales con inserción barrial”, contó Mariana Romano, directora de este proyecto denominado “Contar con imágenes. Talleres de expresión plástica para niños en barrios”.
La propuesta se enmarca en el Programa de Voluntariado de la Secretaría de Extensión de la Facultad y trabaja con la población infantil en edad escolar junto con de instituciones y organizaciones sociales como el Centro Cultural Cine Diana, la Cooperativa Casiano Casas, la Asociación Civil Taller infantil de la Libertad y el Centro Comunitario Esperanza Unida. “A través de la experimentación de distintos materiales artísticos y reciclables, se incentiva a la producción de imágenes acompañado del funcionamiento enriquecedor de la práctica de la modalidad de taller donde, paralelamente a la enseñanza- aprendizaje de las temáticas especificas, se desarrolla un ámbito de convivencia en la búsqueda del respeto y el valor de las capacidades creativas de cada niño”, indicó Romano que es Licenciada y Profesora en Bellas Artes.
Asimismo, explicó que a los distintos talleres asisten grupos heterogéneos, de distintas posibilidades económicas: clase media, media- baja y baja, niños en situación de villa, niños con la familia desdibujada o desmembrada y familias de clase trabajadora donde resulta difícil mantener las exigencias educativas actuales. “Llegan al taller hermanos, primos, compañeros de escuela, vecinos, en su mayoría se conocen de la convivencia en el barrio y la escuela, pero es en el taller donde aparecen otros lazos”, sostuvo la profesora.
Para Romano, una de las claves del éxito y la buena recepción de este proyecto radica en que “la escuela ya no puede sostenerse como única forma educativa, ante la explosión de otras formas de información generalizada, la globalización y el imperativo del consumo. Problemáticas de la realidad escolar donde es muy difícil trabajar en grupo, sin que, en algún momento, derive en agresiones”. Además, “la educación artística tiene las herramientas para movilizar, desarrollar el potencial, propiciando su modo de expresarse y de interpretar el mundo”.
Este trabajo lleva más de 12 años de implementación y el crecimiento tanto de los talleres como del proyecto de la Facultad satisface a la directora. “Muchos niños vuelven a elegir integrar este espacio, esperan las propuestas, el contacto con los materiales, el paseo, las exposiciones, el momento de encuentro”. Y a modo de ejemplo, indicó: “Un referente del Taller de la Libertad nos comentó, este año, que vio un cambio en las producciones de los niños. Por ejemplo en el Centro Cultural Cine Diana y la Cooperativa Casiano Casas los niños difundieron el taller en sus escuelas y se acercaron sus compañeros que no viven tan cerca del lugar, mientras que en el Centro Comunitario Esperanza Unida ampliamos la edad establecida para que los hermanitos pudieran participar y niños de dos, tres y cuatro años tuvieron sus primeras experiencias con colores y arcilla”.
El programa persigue y espera un doble impacto, tanto en relación al trabajo barrial como al voluntariado universitario. “A través de este programa se contribuye a que las instituciones barriales se fortalezcan y se constituyan en ámbitos de participación y producción cultural. También, aporta a una formación académica donde la teoría no esté separada de la práctica, que vincule la universidad con la comunidad en una construcción conjunta”, reflexionó Romano, quien resaltó que “observamos que los niños y niñas lograron un sentido de pertenencia del taller, se sienten libres de opinar, proponer, invitar a otros amigos, moverse en los espacios como suyos”.