"Llevar una alimentación saludable en invierno es posible si se controla la calidad de los alimentos y los ingredientes de los platos, por ejemplo, consumiendo vegetales en cada comida", dijo María Florencia Roa, integrante del equipo de Nutrición de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA).
La especialista señaló que incorporar vegetales no implica pensar en ensaladas frías o en la típica de lechuga y tomate, sino que se puede hacer una variedad de comidas calientes nutritivas y sabrosas.
"Se pueden acompañar los vegetales con carnes o hidratos de carbono, y cuando hablamos de carnes no se debe pensar sólo en las rojas, sino también en incluir el pollo, el pescado, el cerdo o cualquier otro tipo de animal", remarcó y sugirió elegir dentro de los hidratos arroz integral, legumbres -como arvejas, lentejas, garbanzos o porotos-, pastas y papas.
Para comer sano en invierno también se debe quitar siempre la grasa visible y la piel a las carnes antes de cocinarlas, así como evitar las cremas, embutidos y los postres muy calóricos.
Julieta Lupardo, nutricionista de Halitus Instituto Médico, coincidió y agregó que para poder mantener el peso en esa época del año es "fundamental" hacer actividad física.
"Además de llevar adelante una alimentación adecuada y de buena calidad se debe hacer ejercicio, ya que el organismo necesita de muchos nutrientes para funcionar y mantener la temperatura corporal cuando hace más frío", señaló.
Advirtió que si bien con las bajas temperaturas la ingesta calórica aumenta, "no hay necesidad de que se vea relacionada con un aumento de peso".
"Es necesario el aporte de hidratos de carbono complejos, proteínas, grasas de buena calidad, fibra y una adecuada hidratación, y para eso hay que realizar las cuatro comidas diarias (desayuno, almuerzo, merienda y cena) y agregar colaciones como un caldo de verduras casero o infusiones para dar saciedad y aumentar la temperatura corporal", afirmó.
En cuanto a las calorías, ambas especialistas coincidieron en que no es necesario contarlas, sino que por el contrario "ese hábito puede resultar peligroso, porque hay personas que tienden a obsesionarse".
"Lo mejor es llevar una alimentación variada y equilibrada prestando atención al valor nutricional de los alimentos que consumimos y no tanto a las calorías, es decir, poner el foco en aquellos nutrientes que son beneficiosos para la salud", apuntó Roa.
Por ejemplo, en el caso de las grasas, "que no deben eliminarse de la dieta", se debe elegir "aquellas ricas en ácidos grasos mono y poli insaturados por sus beneficios para la salud cardiovascular", señaló la especialista, que precisó que se encuentran en el aceite de oliva, canola o girasol, frutos secos, palta o pescados de mar.
"De todos modos es importante recordar que todo plan nutricional depende de cada paciente, ya que cada uno cuenta con características personales y deberá cuidar más uno u otro nutriente", enfatizó.
Ambas especialistas remarcaron además la importancia de entender las etiquetas de los alimentos que consumimos y subrayaron que aunque un producto tenga envoltorio verde o sea de una marca relacionada con las bajas calorías, "eso no necesariamente implica que que así lo sea".
"La realidad es que muchos de esos atributos o adjetivos pueden ser usados de forma absoluta o comparativa. Son absolutos con respecto a los valores determinados en el Código Alimentario Argentino: por ejemplo, un alimento será bajo en grasas si tiene menos de tres gramos de grasas totales cada 100 gramos de producto, o será cero en grasas trans si tiene menos del cinco por ciento en el total de las grasas del producto", explicó.
Pero cuando el adjetivo es usado de manera comparativa significa que dicha condición es respecto de otro alimento de iguales características: "Así, un caldo de verduras reducido en sodio quiere decir que tiene menos sodio que el mismo caldo en su versión original, e inclusive a veces no necesariamente quiere decir que tenga en realidad poca sal", aclaró.
Cuando se leen las etiquetas de los alimentos también se debe prestar atención al tamaño de la porción a la que hace referencia el envase y pensar si esa será la que se va a ingerir. "Por ejemplo, en el caso de galletitas, si el paquete considera que tres unidades es la porción estándar y nosotros nos vamos a comer por lo menos seis, pues habrá que multiplicar por dos el aporte de todos los nutrientes", remarcó.