Alejandra Buzaglo *
Esta obra significa la materialización de un largo trabajo de luchas y resistencias colectivas. Este sitio es un documento de memoria, aquí funcionó el Centro de Detención Clandestino paradigmático bajo el comando del II Cuerpo del Ejército. En realidad este fue un Centro de Detención Clandestina, nadie desconocía este lugar en pleno centro histórico de nuestra ciudad, sí la mayor parte de la sociedad, su siniestra y sistemática actividad.
La intervención en este espacio responde a dos cuestiones centrales y complementarias: incorporar el testimonio de los sobrevivientes y detener el colapso inminente de la estructura así como el deterioro general del sector del edificio. Los testimonios guiaron todas las decisiones, los criterios técnicos responden a los principios fundamentales de la preservación, aunque aquí la idea de preservación se propone la difícil tarea de mantener intacto, jamás restaurar.
Mínima intervención, máxima conservación, actualización de instalaciones, detención del deterioro generado por las humedades y las sobrecargas estructurales que venía soportando durante casi cuarenta años. Durante la realización de las obras, este espacio estuvo abierto todos los martes a partir desde las 14 para que, quien lo deseara, ingresara acompañado a seguir aportando con sus opiniones que, en todos los casos fueron escuchadas y atendidas. Quien hizo esta experiencia podrá dar cuenta de ello.
Intentamos trabajar en torno a las inteligibilidades mutuas hacia la construcción de un espacio con alto grado de consenso, aunque sabemos que nunca es posible alcanzar “el” consenso. Eso es interesante en la medida en que se abran los debates hacia la co-construcción de las memorias y nuestra historia siempre pensando y actuando en tiempo presente y su conflictividad con todo lo que ello implica. Por eso estoy convencida que, si bien se emprendió este proyecto con la mayor responsabilidad, cuidado y rigurosidad, la obra edilicia en sí no es lo más importante tanto como la gestión de este espacio. La política pública que ha de continuarse esperamos tenga el grado de participación vinculante que recorrió el proceso de proyecto y ejecución que incluyó profesionales de diferentes áreas como arquitectos, ingenieros, antropólogos, comunicadores, psicólogos, entre otros, así como el aporte necesario de organismos, movimientos sociales, sobrevivientes y familiares a quienes estaré siempre agradecida por la confianza y apoyo recibido.
Este ha sido un trabajo muy difícil, quizás el más difícil, el que nunca debió ser necesario que se realice porque su sentido se inicia en el período más oscuro de nuestra historia. Ojalá sean recorridos sus espacios por muchas generaciones, que el archivo público se siga construyendo, así como la memoria. Conocer nuestro pasado, repensarnos para que NUNCA MÁS.
* Buzaglo es arquitecta, docente e investigadora de la UNR, especializada en derechos humanos y memoria.
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