Con más frecuencia en provincias como Entre Ríos o en pequeñas localidades de la vasta Santa Fe, aunque también en determinadas estaciones de servicio de Rosario, en las últimas semanas muchos automovilistas o motociclistas han encontrado vedado el acceso al sector de surtidores por falta de combustible. “No hay nafta” o “No hay nafta súper”, las frases más habituales que cuelgan en carteles improvisados que implican la frustración de los consumidores, la búsqueda de otra estación que sí tenga stock (con la pérdida de tiempo) y el riesgo de quedarse varados.

Ahora, ¿de verdad no hay combustible o los estacioneros no quieren vender por pura especulación, a la espera de algún aumento de precios? Alberto Boz, presidente de la Federación Argentina de Expendedoras de Nafta del Interior, lo deja bien en claro: “Si no se vende, es porque realmente no hay combustible. A los estacioneros nos conviene vender”, dijo en Punto Medio, por Radio 2. Y explicó por qué.

Resulta que, según Boz, “el estacionero no puede especular por dos motivos: primero, porque su ganancia está en el porcentaje de las ventas. Y segundo, porque a los aumentos los autoriza el gobierno. Y vienen siendo del 4% mensual. Eso es mucho menos que la rentabilidad por ventas que tiene una estación, que ronda el 9 por ciento. Por eso conviene toda la vida seguir vendiendo y no especular con un aumento que encima nunca se va a autorizar en porcentajes adecuados para lo que necesitamos. Entonces, el estacionero lo que quiere es tener combustible para vender”.

Un problema de stock

Esta semana trascendió la noticia de que tres enormes barcos cargados de combustible estaban varados en el Río de la Plata porque no hay dólares para pagarles. Boz admitió que es verdad: “Es cierto, hay tres buques cargados de combustible que no amarran porque las refinadoras y algunas petroleras no obtienen autorización del Banco Central para pagar esos cargamentos. Y la razón es que no hay dólares y no hay crédito ilimitado en esas operaciones”.

Eso, sumado a que las petroleras controlan el margen de combustible que les entregan a las expendedoras a través de un sistema de cuotas, podría desembocar en un problema de escasez: “Yo creo que en las próximas semanas va a llegar menos combustible de lo habitual. Probablemente vayamos a tener problemas, aunque como siempre dependerá de la zona: en Rosario o Santa Fe eso nos demandará tener que movernos hasta otra estación que sí tenga, pero en localidades del interior provincial, donde hay una o dos estaciones, va a ser más complicado”.

Argentina importa nafta, pero hoy faltan dólares para pagarla.


Ahora, teniendo un yacimiento petrolífero como Vaca Muerta, la pregunta es por qué estamos tan lejos de la independencia energética. Boz comentó que “Argentina compra afuera entre un 12 y un 15% del total de nafta súper que consume el mercado interno y entre un 15 y un 22 por ciento del gasoil total. Las petroleras están trabajando en sus destilerías a un 90 por ciento o más y aún así hay que importar. Pero estos porcentajes de importación fueron mucho más altos. Para mejorarlo aún más, habría que invertir más. Pero pasa como con todo en este país y el inversor se debe preguntar: ‘¿Para qué voy a invertir si después no puedo sacar los dólares, o hay un parate y el mercado se desploma, o cambian las reglas del juego?’ Es complicado que se hagan inversiones de mucho dinero. Encima, el inversor quiere recuperar rápido justamente porque las reglas de juego no duran mucho en nuestro país. De todos modos, cada vez estamos dependiendo menos del combustible importado, se está usando mucho el crudo liviano de Vaca Muerta y eso mejora la balanza comercial”.

“Hoy, el problema puntual que tenemos es que no hay divisas para lograr la importación de ese porcentaje que exige el consumo interno. Y cuando haya un pico de consumo por alguna fecha turística o cuando empiece la demanda del campo por su proceso de producción, faltarán nafta o gasoil”, pronosticó.

De todos modos, el representante de los estacioneros del interior cree que el gobierno lo solucionará para evitar un mal mayor: el impacto electoral. “Se terminará destrabando por intermedio de la política: o la petrolera reasegura con una transferencia afuera o entran en acción algunos shuanes que después se transforman en dólares y los barcos van a descargar esa mercadería. A la política le molesta más que se hable de desabastecimiento que tener que liberar esos dólares o que bajarle la carga de impuestos a las petroleras para destrabarlo”.

El precio de la nafta, bajo la lupa

Finalmente, Alberto Boz tocó un tema sensible: el precio de las naftas, que por un lado no contenta al sector pero por otro ahoga el bolsillo de los ciudadanos. “El estacionero está complicado: como sector, no queremos que aumente el combustible, pero estamos ligados a un porcentaje del precio final de venta porque esa es nuestra utilidad”.

“Para esta parte de América del Sur, el precio del combustible debería ir de 0,95 a 1,20 dólares, medido con dólar oficial. El problema es que estuvimos dos años sin aumentar la carga impositiva que tiene el combustible, que llegó a ser el 60% del valor final, que debería haberse ajustado por el IPC y no se hizo. Además, después de la última PASO hubo una devaluación del 22,5% del dólar oficial, pero el combustible lleva desde ahí el 12,5% de aumento. O sea, hay bastantes razones para aumentar aún más, pero depende de lo que el gobierno autorice”, razonó.

Lo que Boz exige es que el gobierno y las petroleras los tengan en cuenta a la hora de firmar el congelamiento de los precios: “Si el gobierno quiere seguir con esta política de precios retrasados en relación a lo que debe valer, pedimos que cuando arreglen con la petrolera el sendero de aumentos, tengan en cuenta el porcentaje de rentabilidad de nuestro sector. Porque nuestros costos acompañan la inflación: los costos de reparaciones de surtidores, de pago de tasa municipal, los impuestos, los salarios de los trabajadores. Te doy un dato: el combustible aumentó la mitad de lo que fue el índice de inflación del año. Obvio que entendemos que a la gente le cuesta llenar el tanque, pero el problema es que los salarios son bajos, no que el combustible está alto”.

“Lamentablemente, ese acuerdo no derrama en nosotros, que ganamos porcentajes de venta con el precio que ellos acuerdan. Y nosotros tenemos nuestros costos en alza. Por ejemplo, estamos honrando el compromiso paritario con los trabajadores, con los que habíamos firmado hasta diciembre proyectando una inflación de un 4 o 5% mensual, pero ya estamos en 12%. Por ende, habrá que recomponer esos salarios. Y eso también sale del porcentaje final de ventas: por eso, si no se ajusta el precio, vamos a asistir a más cierres de estaciones de servicios”.