Llegó el tercer domingo de agosto y si hay niños en tu familia, probablemente hayas pensado durante toda la semana en qué regalarle en este día tan especial. Juguetes, aparatos electrónicos o camisetas habrán sido, de seguro, las opciones más elegidas. Pero, ¿cuántos de nosotros, los adultos, pensamos en hacerles a los más chicos un regalo mucho más trascendente que un objeto que los satisfaga momentáneamente? En algo que influya en su vida actual e impacte directamente en el desarrollo de su futuro, y que nos demande un esfuerzo más grande y persistente que el mero hecho de sacar la billetera. Es obvio: pocos o ninguno de nosotros imaginó el regalo que propone la Federación Argentina de Cardiología (FAC) para nuestros menores: una rutina saludable que los acompañe durante todo su desarrollo.

Los cardiólogos están muy preocupados por las cifras de la obesidad infantil en Argentina. Pero el indicador del 41,1% dice mucho más que 4 de cada 10 niños tienen sobrepeso: lo que realmente inquieta es el futuro de esas personas, que en los años venideros serán mucho más proclives a sufrir enfermedades como diabetes o hipertensión. Por eso, desde la FAC buscan generar conciencia y propiciar métodos que ayuden a padres e hijos en la fundamentación de una vida saludable, remarcando la importancia de que los niños disminuyan el sedentarismo y realicen actividad física.

“En la Federación Argentina de Cardiología, que es una institución científica que tiene más de cincuenta años, existe una secretaría de extensión a la comunidad, a través de la cual ejecutamos políticas de prevención y concientización dirigidas al público general no médico”, dice la doctora Carolina Chacón, médica cardióloga rosarina que se desempeña como nexo entre la mesa directiva de la FAC y la mencionada secretaría. “Y desde hace dos años le estamos dando mucha trascendencia a esta rama porque creemos que el origen de muchas de las enfermedades de los adultos es el desconocimiento de la gente sobre la importancia de la buena alimentación y la actividad física regular desde nuestra niñez”, agrega.

“La idea que tenemos no es sólo formar a los médicos, sino también educar a las personas porque empezamos a ver que muchos de los problemas de salud de los adultos empiezan a adquirirse en la infancia. Cuando los cardiólogos analizamos los problemas con los que llegan nuestros pacientes a partir de los 40 en adelante, lamentablemente sentimos que llegamos recontra tarde. Porque todo lo que podríamos haber hecho en la infancia no lo hicimos, o no lo hicieron con nosotros. Por eso es muy importante intervenir en la infancia para prevenir enfermedades en la adultez”, remarca.

La obesidad infantil: otra pandemia

Chacón cree que “el sedentarismo y la mala alimentación de los niños en Argentina se agudizó con la pandemia, pero viene de antes. El auge de las pantallas hace que los chicos estén más tiempo sentados y sin hacer actividad física. Y con respecto a la alimentación, esta cuestión de ‘todo ya, todo ahora, hay que hacerlo rápido’ porque el chico va de un lado para el otro con su rutina, comiendo apurado y mal, sin frutas ni verduras, ingiriendo ultraprocesados, hace que no haya una nutrición de calidad. Si a eso le sumamos el hecho de que se acuestan tarde, conectados con las pantallas, y se despiertan temprano, por lo que no duermen las 8 horas recomendadas y no descansan bien, tenemos un combo que explica en parte esas cifras”.

En cuanto a cómo impacta todo esto en la salud actual pero sobre todo futura de esas personas, la doctora explicó: “Nosotros tenemos una cierta cantidad de células grasas que se llaman adipocitos, cuya cantidad en la adultez depende en gran medida de cómo nos hayamos alimentado o cuánto ejercicio hayamos hecho en la infancia y en la adolescencia. Esa grasa ‘blanca’, que es la grasa mala, es la que después desemboca en enfermedades por inflamación, como la hipertensión arterial, diabetes, resistencia a la insulina o prediabetes. Hay que dejar en claro que la alimentación del niño tiene mucho que ver en el desarrollo de sobrepeso y obesidad, y que eso trae consigo las enfermedades futuras más prevalentes, que son diabetes e hipertensión, que también impactan en el cerebro, en el corazón y los riñones de los adultos. Pero ojo, porque incluso ya se ven chicos con hipertensión”.

Menos conexión a las pantallas y más ejercicio: el planteo de los cardiólogos.


Desde la FAC creen que el estado debe inmiscuirse en la llegada de esta información a la población, y en la realización de campañas para mejorar la alimentación y la cantidad de horas de ejercicio en los más chicos. “Los países de Europa están más adelantados en políticas de estado. Porque, por ejemplo, en Estados Unidos el problema de la obesidad es más grave: allá el porcentaje es de un 60%. Entonces el estado ha implementado estrategias basadas en la educación de las familias. Nosotros tenemos la intención de trabajar junto al Ministerio de Educación un proyecto en donde se incluya en las escuelas una materia relacionada a salud, alimentación y actividad física, para que los chicos entiendan por qué deben comer sano y hacer deporte: que no es un capricho de mamá o papá, sino porque realmente les cambia la vida, la energía del día a día”.

Regalémosles un mejor futuro

Llevarlos a hacer un deporte, compartir con ellos juegos al aire libre o pensar en su alimentación, dedicándonos un tiempo más prolongado para prepararles meriendas saludables, son los mejores obsequios que los niños podrían recibir para que no sufran en el futuro. “La actividad física es muy importante en la niñez. Y para ayudar a que los chicos sientan el deseo de hacerla, el adulto debe dar el ejemplo desde la propia actitud: si uno lleva a los niños a su deporte, pero después no hace nada y está todo el día sentado; o les decimos que deben comer verduras y después nosotros no lo hacemos, no vamos a lograr que cambien su mirada de manera genuina. No es solo decirles lo que deben hacer, sino que hay que cambiar los hábitos del entorno familiar para que los chicos también los cambien de manera genuina. Los chicos aprenden copiando al adulto”, dice la doctora Chacón.

“El niño que hace actividad física, tiene un estímulo no sólo físico, sino también intelectual y social. No pierde la energía: la genera a partir de la actividad física. Y lo mismo ocurre con la alimentación saludable, que genera más energía que una rica en grasa o azúcares. Esto último te da solamente energía de corta duración, para unos minutos, pero no les sirve para toda una mañana o una tarde”, añadió.

“Preferentemente, lo que hay que desestimar son las comidas rápidas y las carbograsas, que son las que están hechas con harinas ultra refinadas, azúcares y grasas. Por ejemplo, las papas fritas o las hamburguesas. Hay que darle más lugar a las carnes rojas o al pescado, que es un buen suplemento de Omega3; a las verduras; y para las meriendas, pensar en cereales no azucarados o en las frutas. En Internet, hay muchos ejemplos de meriendas ricas y saludables con pocos ingredientes”.

En cuanto a la actividad física, la doctora Chacón afirma que “no necesariamente debe ser un entrenamiento de alto rendimiento: bailar, saltar, nadar, andar en bici, cualquier cosa que mueve el cuerpo es buena. Y también hay otros buenos ‘gestores’ del estrés: el arte por ejemplo. Es algo fantástico para bajar la ansiedad, el estrés de los niños, que son estímulos malos y logran que aumente y se descontrole el cortisol, que es una hormona que genera alteraciones en el metabolismo y también puede desembocar en la obesidad infantil. Allí pueden aparecer como buenos ‘gestores’ del estrés la danza, la pintura, el canto, porque hay chicos a los que no les gusta la actividad física o no tienen ningún deporte favorito. Hay que encontrar lo que les gusta hacer”.

El ejercicio es súper importante: incluso más allá de la alimentación. Hay estudios que demostraron que gente con determinada alimentación que hace ejercicio versus gente con la misma alimentación pero que no se mueve, logra cambiar el pronóstico y prevenir enfermedades posteriores", abundó.

Y cerró: "Es posible cambiar los hábitos: siempre se puede. Hay que tomar la decisión y empezar. Y si uno lo hace paulatinamente y en forma sostenida, será mucho mejor”.