Esta semana, el flamante gobierno de Javier Milei le comunicó a la Mesa de Enlace que representa al campo argentino cuál es el primer rumbo que tomará la política de comercio exterior: mismas retenciones para todos los productos exportables, que se irán al 15%, mientras que la soja bajará del 33 al 30%, con promesa de avanzar hacia retenciones cero cuando pase el temblor.

Esta información, bajada en una reunión convocada por la Secretaría de Bioeconomía y del Ministerio de Economía de la nueva administración central, tomó por sorpresa a las entidades ruralistas, que en campaña habían escuchado otra cosa: que las detracciones por ventas al exterior iban a bajar o directamente a desaparecer.

"A ver: primero, esperábamos una diferencia favorable en el tipo de cambio y eso sucedió. Este nuevo dólar es mejor para la actividad, aunque también es cierto que los insumos que se consiguen a través de la importación se encarecen, contando incluso el impuesto país. Y supuestamente, la idea es que las retenciones efectivamente sean eliminadas más adelante, cuando pase la emergencia. Nosotros entendemos el momento que estamos atravesando y trataremos todos de hacer un esfuerzo, más allá de que seguimos exigiendo retenciones cero porque el mundo no las tiene, es así de simple", dijo en Radio 2 la presidenta de la Sociedad Rural de Rosario, María Soledad Aramendi.

El complejo agroexportador, en tensión con el nuevo gobierno.


"Ahora serán las mismas reglas para todos, menos para la soja. Pero avanzar hacia retenciones cero sería lo más positivo porque quedan los recursos en el sector privado, que es el que realmente reactiva la economía. Lo mismo que ocurre con la ciudadanía, que necesita que le bajen los impuestos", añadió.

Y aportó más información: "Se van a armar mesas de trabajo diferentes para tratar temas específicos, de acuerdo al producto y al sector. Porque por ejemplo, las economías regionales no tienen espalda para soportar ese porcentaje de retenciones, que incluso recordemos que se las habían sacado. Lo mismo que la situación de la lechería, que está devastada: en vez de aumentarlas, se necesitaría eliminarlas y cambiar el sistema de comercialización", comentó.

Ganadería y lechería, complicadas

La dirigente del campo rosarino hizo una radiografía de dos rubros trascendentes en nuestra provincia: la ganadería y la lechería, afectados en estos últimos tiempos por distintos factores.

"La ganadería está complicada después de la sequía. No hay suficiente pasto, recién se está recomponiendo con las últimas lluvias. De hecho, en la zona de Tostado hasta hace 20 días todavía estaban comprando cubas de agua. Es por eso que hay un alza en el precio de la carne: porque hay menos oferta y eso sube los valores", remarcó.

"Encima, por la creciente del río en la zona de islas, muchos animales pasaron a tierra firme y no hay tierra suficiente para todos: falta pasto y el consumo de granos es caro. Esa es la realidad", dijo.

Si bien el Niño ha aportado valores de agua caída más cercanos a lo necesario, "las lluvias todavía en algunas zonas son deficitarias, a pesar de que haya lugares donde ha llovido en exceso. Haciendo un radio de 200 kilómetros a la redonda, hacia fines de septiembre estábamos 150 milímetros por debajo del año pasado, que es el año en el que se perdió todo. Y los suelos siguen siendo deficitarios. Por ejemplo, en Junín se están secando las alfalfas, que tienen una raíz de un metro: las napas no tienen agua ahí".

La lechería está en crisis desde hace años: cada vez hay menos tambos.


Con respecto a la lechería, su diagnóstico es que "está destrozada desde hace tiempo: se viven perdiendo productores todos los años. Cada día hay menos tambos en todo el país y se va hacia el monopolio, donde sólo existen los grandes tambos o las mega industrias cuando en realidad, en otras partes del mundo, hay leyes que propician el tambo pequeño".

"Acá no hay precios de referencia para la producción y reina la tracción de la cadena sobre la producción: en realidad, debería crecer, desarrollarse y planificarse a partir de la demanda y no generar por generar", subrayó.

Según Aramendi, "necesitamos apoyo político para que se entienda que la lechería genera trabajo y arraigo y debería ser una actividad básica. Lo podemos ver en las economías de Francia, donde es normal tener desarrollado el queso en tal lado, la leche en el otro: son economías más chicas que dan trabajo a todo el mundo".

La leche: oro en polvo

La presidenta de la Sociedad Rural de Rosario cree que hay una demanda exterior que es potencial: la de la leche en polvo, que no explota por falta de fuente de energía. Y nos estamos perdiendo ahí una gran oportunidad de ingreso de divisas.

"La leche en polvo es un producto que se mantiene en el tiempo, puede exportarse y podríamos tenerla desarrollada si tuviéramos las condiciones de energía favorables para hacerlo. Hay una estructura puesta a disposición, hay proyectos que tienen los productores a nivel de CRA (Confederaciones Rurales Argentinas) que necesitan ponerse en práctica, pero hasta ahora no se han puesto. Y no necesariamente por falta recursos económicos", dijo.

Según la dirigente, lo que falta es gas: "Para exportar leche en polvo se necesita gas, pero nosotros no lo tenemos de la forma en la que lo necesitamos. Este es un país rico en energía, tenemos bajo tierra energía pura y no se utiliza, porque no hay suficiente explotación o no llega a donde debe".

"Esperemos que con estas nuevas gestiones nacional y provincial todo cambie. Hay gente de la industria que está en la secretaría de lechería provincial y nosotros haremos las gestiones pertinentes para que tengamos la apertura que necesitamos", finalizó.