En el puesto de arquero, clave en la estructura de cualquier equipo de fútbol, Rosario Central tiene como objetivo principal conservar a Diego Rodríguez, que debió volver a Independiente, club dueño de su pase, tras finalizar su préstamo.

Pero la negociación con el Rojo no está fácil, ya que existen varios miles de dólares de diferencia entre lo que quieren en Avellaneda y lo que está dispuesto a pagar la dirigencia canalla. Por eso, mientras se resuelve la gestión, en Arroyito ya apuntaron a otro golero: Cristian Campestrini, un viejo conocido de la entidad.

"He hablado con (el vicepresidente, Ricardo) Carloni la semana pasada y me comentó que están buscando una solución al tema Rodríguez y que uno de los que estaba en carpeta era yo. Le pedí que me avisara porque también estaba mirando otras cosas. Así que espero con ansiedad", dijo el guardameta en Zapping Sport por Radio 2.

A sus 37 años, Campe salió de Puebla de México con el pase en su poder y aguarda las distintas ofertas que puedan llegarle. "Mi idea era seguir allá, pero no se pudo y me dieron el pase. Y volví con la ilusión de estar en nuestro fútbol. De acá, el que me llamó ni bien asumió en Huracán fue Gustavo Alfaro, pero no hubo ningún avance".

El oriundo de San Nicolás creció en el predio de Granadero Baigorria y es un producto de la cantera auriazul. De hecho, debutó en la primera centralista: "Llegué a la sexta división que dirigía Di Leo y pude debutar con Patón en 2001, cuando estábamos jugando la semifinal de la Libertadores. Pero a los 20 años me echaron y tuve que hacer mi camino en el ascenso", comentó.

"No lo tomaría como una revancha, sí disfrutaría mucho por el momento en que me llega. Nunca tuve rencor: jamás he gritado un gol y guardo un profundo respeto por la gente que me ha iniciado. Tengo muchas ganas, estoy más maduro y lo tomaría como un lindo desafío", añadió.

Finalmente, remarcó: "Voy a inclinar la balnza por el que me abra las puertas para compartir un plantel, mates, anécdotas. No voy a vender humo ni a decir que le doy un tiempito más a nadie... el que me abra las puertas, será el que me haga feliz", dijo. Aunque al final, aceptó entre risas: "El predio de Arroyo me queda a 30 minutos de San Nicolás. Armo el mate y estoy".